En las últimas semanas se está barajando la posibilidad, desde la Dirección General de Tráfico, de introducir modificaciones a la hora de sacarnos el permiso de conducción tipo B, es decir, “el carnet del coche”.
Este nuevo método, incluiría la obligación de cursar, al menos, 8 horas presenciales de clases teóricas. ¿Por qué?

La respuesta puede venir precedida de la cantidad de accidentes y siniestros que están teniendo lugar, en distintos puntos de la geografía nacional, no ya por despistes, fallos mecánicos o relacionados con el consumo de alcohol o sustancias estupefacientes, sino por errores de aplicación de conceptos teóricos. Y es que una cosa es aprobar el teórico, que con las tecnologías actuales, puede ser cosa de buena memoria, haciendo test en casa y, por repetición, que se nos queden grabados los conceptos, y otra cosa bien distinta, es conducir bien.
Puede haber un sector de la sociedad preocupado por el coste económico de obtener el permiso de conducir con esta supuesta nueva medida, pero lo cierto es que nuestros hijos y nietos circularán, en el futuro, en condiciones muy diferentes a las que lo hacemos nosotros ahora y, muy distintas, a las que lo hicieron nuestros padres o abuelos.
Esta medida, no se toma para aumentar el beneficio de las autoescuelas, sino para reducir el índice de siniestros en la carretera. Pensemos que, actualmente, hay en la carretera circulando juntos, tanto conductores de 40 años con 20 de experiencia, que asistieron a todas las clases teóricas como conductores con 20 años, 1 o 2 de experiencia y que aprobaron el teórico mediante la repetición de los tipo test.
La enseñanza cambia con el tiempo y las nuevas tecnologías cambian los métodos, pero está demostrado que, cuanto más asistes a clases, mejor se interiorizan aquellos conceptos claves de las normas de tráfico necesarias para la correcta convivencia en la carretera.
Hay que reseñar que, en otros países de la Unión Europea, la obligación de asistir a las clases teóricas no es una cuestión de 8 horas, sino de más del doble, por lo que, en este caso, España se queda muy por detrás en cuanto a seguridad vial se refiere.
Por último, y a modo de reflexión, queremos que los padres de los futuros conductores entiendan que a sus hijos no los suspende la autoescuela, sino la Dirección General de Tráfico. Sobra decir que nos encanta que los alumnos aprueben a la primera, que tengan la libertad de conducir tranquilamente y sin miedo y que nos sigan recomendando a sus amigos y, si hay suerte, también a sus hijos.

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