El “dooring” se produce en aquellas situaciones en las que, cuando nos vamos a bajar del coche, corremos el peligro de que un vehículo arrolle la puerta que se abre dada su proximidad a la vía o la invasión de parte de ella.
Hay que tener en cuenta que, si al abrir la puerta, obstaculizando así una parte de la calzada, el vehículo colisiona contra la puerta de nuestro coche, la culpa recaerá en nosotros. “Sólo quedaremos exculpados si se demuestra que el otro conductor estaba infringiendo expresamente alguna norma: circular marcha atrás, venir por la derecha en un cruce, no respetar un semáforo, invadir el carril contrario, etc.”
Según los datos que maneja la Dirección General de Tráfico, cada año, en España, fallecen unas 150 personas en el momento de subir o bajar del vehículo. Esta maniobra, en sí misma, supone un peligro ya que, al subirnos al vehículo, no tenemos ningún sistema de agarre y cualquier colisión (aparte de que perdemos la visibilidad completa de la carretera), es sumamente grave. Asimismo, al bajarnos del vehículo, ya no tenemos el cinturón puesto, estando la mitad del cuerpo fuera y la mitad dentro, con lo que el daño corporal es mayor que en un accidente a la misma velocidad si estamos dentro del habitáculo.
Ahora bien, ¿cómo evitamos el dooring?
En Holanda, por ejemplo, en los exámenes de conducir, se exige a los aspirantes que se bajen del coche de una determinada manera, muy sencilla pero también, muy práctica. Ésta consiste en abrir la puerta del conductor con la mano derecha (en sustitución de la izquierda), obligando al cuerpo a girar y tener una visión completa de la vía.
Para evitar el dooring, lo primero que debemos hacer es tratar de aparcar el vehículo en el lado izquierdo de la vía, ya que así, el conductor se bajaría del vehículo por el lado de la acera.
Como es lógico, es recomendable mirar 2 veces más por los retrovisores antes de abrir la puerta para asegurarnos de que no viene ningún vehículo ni ciclista.
Como conductor, es recomendable abrir la puerta cuidadosamente, con una pequeña abertura, así advertirás a posibles conductores de tu intención de salir y que los demás conductores extremen las precauciones.
Por último, es recomendable salir, una vez nos cercioremos de que no viene nadie, lo más rápido posible.
¿Qué ocurre con los niños pequeños?
El primer consejo es advertirles que, hasta que no se bajen los adultos, los niños deberán permanecer en el vehículo. Esto evitará que salgan “disparados” del coche y que se arriesguen a ser arrollados.
Muchas veces, más bien por falta de previsión o por no cambiar la sillita de los niños de lado, nos vemos obligados a obstaculizar la vía cuando desabrochamos el sistema de retención infantil por el lado que no corresponde. La responsabilidad de este acto también es nuestra y el peligro es mayúsculo, por lo que les recomendamos, si ya sabemos adonde vamos y la dificultad para aparcar, intentar colocar al niño o niña en el lado del coche donde, con más probabilidad, lo podremos bajar por el lateral que da hacia la acera.
Recordamos que, tan importante es conducir como aprender a bajarse y subirse al vehículo minimizando el peligro y las probabilidades de accidente
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