Cada año, unas 26.000 personas son incapacitadas para conducir en nuestro país. Otra cosa es que todos los que no están en condiciones de conducir lo cumplan, entre otras cosas porque los centros psicotécnicos no pueden verificar al 100% las enfermedades que tienen los conductores, que pueden omitirlas para no perder el permiso de conducir.
Hay que tener en cuenta que los centros que expiden los certificados médicos no tienen acceso a tu historial médico, por lo que, para aquellos conductores que saben que no pueden circular debido a ciertas patologías, es muy fácil ocultarlas.
También es cierto que las autoridades pueden acceder, en caso de accidente, a tu historial médico en busca de agravantes. Por eso es mejor no ocultar información, a fin de que, si por cualquier circunstancia, nos vemos envueltos en un accidente, no empeorar la situación con una pena mayor.
No hace falta padecer alzhéimer, párkinson o problemas visuales severos. Enfermedades como la epilepsia, depresión o ansiedad, la narcolepsia, patologías cardiovasculares (arritmias, isquemias, hipertensión, marcapasos), apnea del sueño, vértigos o diabetes son algunas de las que entrañan más peligro en carretera.
Lo peligroso de estas enfermedades, además de producir consecuencias en los enfermos incontrolables, también sus tratamientos pueden provocar somnolencia, reducción de reflejos, mareos, visión borrosa o doble, entre otros. Este es el motivo por el que muchas patologías o deficiencias están recogidas y limitadas en el reglamento, que conviene consultar cuando se vaya a obtener o renovar el carné de conducir. En muchos casos se fijan periodos de renovación más cortos (en lugar de cada cinco años), se impide conducir de noche o durante algún tiempo tras una operación. Y en otros muchos es necesario presentar informe favorable del especialista.
Según dato de la DGT, los accidentes se relacionan con los medicamentos entre un 5% y un 10%. Nada raro teniendo en cuenta que hoy el 60% de los españoles toma dos o más fármacos a la vez. Y todo a pesar de que está comprobado que tomar varias medicinas puede influir en los reflejos, la visión espacial, la actividad motora, etc.
Luego, tenemos que los psicofármacos son uno de los grupos más peligrosos, máxime cuando muchos conductores los toman por su cuenta. ¿Quién no ha tomado, en alguna etapa de estrés, Lexatin o lorazepam? Según datos del Instituto Nacional de Toxicología, el 27% de los muertos en la carretera presenta ingesta de psicofármacos solos o en combinación con alcohol o drogas.
Por último, cabe mencionar que las alergias (muy fuertes), apnea obstructiva del sueño, diabéticos del tipo dos o incluso, enfermos con anemia, son un grupo especialmente sensible a sufrir un siniestro o provocarlo por falta de responsabilidad al volante.
Recordamos que si sufrimos de alguna enfermedad de las mencionadas o notamos que los medicamentos merman nuestras capacidades motoras normales, nos abstengamos de coger el coche.
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