Todos habremos oído hablar del efecto túnel en la conducción. Aunque pueda parecer que el efecto túnel, por su nombre, sea una especie de iluminación excesiva cuando abandonamos un túnel o, que cuando entramos en él, se nos queden unos rayitos de luz en los ojos por el cambio de luz, hemos de decirles que no.
El efecto túnel tiene relación directa con la velocidad a la que circulamos, es decir, a mayor velocidad, menor visión periférica, ya que, inconscientemente, la vista se concentra en lo que tenemos delante y en un ángulo pequeño.
Como el ángulo de visión se reduce con el aumento de velocidad, a una velocidad de 135 kilómetros por hora, nuestra concepción se asemeja a estar dentro de un túnel.
¿Qué consecuencias tiene?
Aparte de la menor velocidad de reacción, no tener la concepción de lo que ocurre a nuestro alrededor puede ocasionar un accidente de considerables consecuencias, ya que al no tener tiempo de “mirar a los lejos y a los lados”, cualquier circunstancia anómala en
la carretera puede resultar fatal. ¿Te parece insuficiente para tenerlo en cuenta?
Y es que los estudios realizados al respecto dicen que, circulando a 65 kilómetros por hora tenemos un ángulo de visión de 70 grados. En cambio, si lo hacemos a 100 km/h, el ángulo de visión es de 42 grados.
Para aquellos que por la autopista circulan a 150 km/h, aparte de consumir más gasolina, su ángulo de visión es de solo 18 grados, por lo que solamente ves lo que está justo delante y a poca distancia.
Por último, queremos resaltar que una visión reducida de manera prolongada provoca mayor fatiga ocular, por lo que aumentan las probabilidades de tener un despiste y, por lo tanto, un accidente mortal.
La única manera de evitar el “efecto túnel” es reduciendo la velocidad de circulación. ¿Lo ponemos en práctica?
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