Cada día son más los aparatos y utensilios que nos facilitan la conducción. La tecnología, a la vanguardia también en el sector automovilístico, nos hace la vida más fácil. Pero, ¿y si nos estamos olvidando de conducir?
Nosotros, profesores de autoescuela y profesionales del sector desde hace ya algunos años, quizás no lo notamos tanto. Enseñamos a conducir como siempre. Precaución, atención y previsión. Que no se nos escape nada, pues en la carretera, no estamos solos. Son otros conductores, viandantes y ciclistas los seres con los que compartimos espacio y el respeto, es lo principal.
Pero, ¿qué pasa cuando los alumnos abandonan nuestras instalaciones? ¿Cuánto les dura lo aprendido? Incluso gente que lleva años al frente de un vehículo, ¿sabe realmente conducir?. No, no nos referimos a las manías adquiridas con el paso de los años. Esas, las tenemos todos. En los últimos tiempos la tecnología ha avanzado tanto que, próximamente, los coches autónomos nos llevarán de paseo mientras leemos o dormimos. ¿Y si falla?.
Otro de los retos a los que nos enfrentamos es a sobrevivir al síndrome del sensor de aparcamiento. Profe, ¿para que voy a saber aparcar si el coche de mi padre tiene una camarita?. El problema viene
cuando, por circunstancias diversas, nos vemos en un coche de los de toda la vida, en los que tenemos que saber, sin imagen más que la real, cómo aparcar. Sin dar golpitos a nadie, sin un pitido que nos avise. Y eso, se está olvidando.
Lo mismo ocurre con los faros automáticos, que se encienden a la hora de entrar en un túnel, restando quizás el lado más humano de la conducción. Hay que tener en cuenta siempre que la posibilidad de un fallo mecánico o electrónico está ahí y que, como mínimo, es nuestra obligación saberlas encender. En este sentido, las llaves automáticas son otro de los hándicaps que los conductores de toda la vida encontramos. Una vez más, ¿y si falla?
Nuestra mayor lucha, histórica ya, es la relación de amor odio que calles con pendiente y embragues tienen. Coches que se calan, embragues que se sueltan antes de tiempo o aceleradores que no se pisan lo suficiente han sido siempre motivo de frustración de los alumnos. A día de hoy, y con coches nuevos, puede que el vehículo no tenga ese ‘problema‘: en las pendientes no se va para atrás y, casi, salen solos. ¿Recuerdas aquel olor a embrague por el esfuerzo?.
Obviamente, cambios como los frenos ABS, la dirección asistida, la mejora en las suspensiones, los elevalunas eléctricos y otras mejoras nos proporcionan un vehículo más seguro y fácil de conducir. La cuestión es, ¿hasta que punto es beneficioso eliminar el lado humano de la conducción?
Comentarios recientes