Para nosotros, de los elementos que componen la mecánica de un vehículo, los frenos son los más importantes. Dotan de seguridad, de estabilidad y conducción preventiva a nuestro coche y, por ende, a los conductores y correspondientes acompañantes.
Una de las peores situaciones en las que te puedes ver en la carretera es la de quedarte sin frenos, ya que, unido a la peligrosidad, está el estado de estrés y pánico que nos puede generar, con las consecuencias que, sin explicarlas, puede ocasionar un accidente sin margen de frenada.
Ahora bien, nuestra misión como formadores de futuros conductores, es dotarles de herramientas, no solo para superar los exámenes, tanto teórico como práctico, sino también para educar y orientar en la seguridad de todos en general, ya que los nóveles también pondrán las manos en el volante y todos, incluyéndonos nosotros, nuestros familiares, amigos y demás, compartiremos calzada en muchos momentos.
Dicho esto, primero vamos a conocer el funcionamiento de los frenos de una manera sencilla.
Los frenos más habituales en la actualidad son los de disco. Al pisar el pedal del freno, se activa una bomba hidráulica que envía líquido hacia las pinzas de freno que, debido a esa presión del líquido, unos pistones empujan las pinzas hacia el disco, haciendo fricción en el mismo.
Las señales de lo que ocurre en el corazón del vehículo viene transmitida, usualmente, por los pedales. Cualquier variación que notemos, nos está avisando de que algo no va bien, ya puede ser los neumáticos, frenos, embrague, etc.
Referente a los frenos, una vibración no habitual cuando pisamos el pedal correspondiente nos puede estar avisando de alguna anomalía. No debemos confundir (y esto lo da la experiencia) la vibración del sistema de frenado ABS con la de los discos.
La manera más fácil de saber si le pasa algo a los frenos es que, después de un tiempo, tenemos que presionar más el pedal para conseguir la misma eficacia en la frenada. Este problema es progresivo, pero “se nota” mucho ya que, pisar a fondo para frenar, por ejemplo, bajando la autopista del norte dirección Santa Cruz de Tenerife, nos da una referencia del estado de los discos de freno.
Si el pedal del freno se hunde al pisarlo, las pastillas están en las últimas y el líquido es escaso.
Otro indicador común, de toda avería es el mencionado “ruidito”. En el caso de los frenos, si el sonido es como un chirrido no agradable, quiere decir que, con toda probabilidad, las pastillas estén desgastadas y su choque con el disco está dejando huellas peligrosas.
Lo mejor, ante un silbido de los frenos, es acudir a tu taller de confianza y que los profesionales se encarguen de ponerle solución, dependiendo del desgaste de cada pieza que forma el sistema de frenado.
Por último, todos sabemos que el tipo de conducción es indicativo de mayor o menor desgaste de los elementos importantes del vehículo.
Una conducción preventiva, donde las frenadas son progresivas, reduciendo con el embrague al aminorar la velocidad, casi siempre en segunda o primera marcha, hace que el desgaste de los frenos sea menor. En cambio, si nos acostumbramos a conducir a alta velocidad, con continuas frenadas en marchas largas (de tercera a sexta, si la hubiera), el desgaste y la vida de los elementos fundamentales del vehículo se acorta de manera considerable.
Recordamos con este artículo que, a menor velocidad de conducción, menos tendremos que frenar y, por tanto, más ahorro en el mantenimiento del coche.
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